El sábado pasado fue el día del sueño feliz. Es un tema muy importante y que nos debe de
Yo me he roto la cabeza y me he tirado horas leyendo experiencias de otras personas, escuchando comentarios y opiniones, para así luego poder decidir qué quería hacer yo con mi hija.
Mi decisión fue no dejarla llorar (es decir, no hacer caso al famoso método Estivill). Si quería dormir con nostoros, que durmiera, si quería que yo durmiera con ella, para su cama que me iba. Bueno, estoy hablando en pasado, pero todavía lo hacemos.
L necesita que me quede con ella para conciliar el sueño, y yo lo hago. Hay veces que me busca por la noche, y se mete en nuestra cama, ¡bienvenida sea! Hay noches que duerme toda la noche sin venir a nuestra habitación o sin llamarme, ¡una noche más de descanso!
Esto es lo que pienso: si yo, que soy adulto, hay días que no me puedo dormir y doy mil vueltas, y tengo autocontrol para seguir en la cama, ¿qué es del niño que tampoco puede dormir, que está solo y que no logra estar tranquilo en la cama? Nos necesita para apoyarle y ayudarle.
Decidí que lo más importante no era que consiguiera dormir, y ya está, sino que fuera una experiencia agradable. Recuerdo un momento en la vida de L. que la metía en la cuna, en su habitación, y me quedaba ahí para que se durmiera, sin sacarla de la cuna. Ella se quejaba, y yo no sabía qué hacer. Intentaba calmarla, decirle que todo estaba bien, que yo estaba allí. Eso lo único que hizo fue que ambas sufriéramos, que yo temiera la hora de dormir (no sé si a ella también le pasaba), y que al final siguiera durmiéndose tarde en mis brazos. ¿Qué hicimos? Pues volvimos a poner la cuna en nuetra habitación, y tan contentos todos. Ese experimento fallido duró tres días.
Lo que a nosotros nos funciona no quiere decir que vaya bien a todo el mundo. Hace un tiempo hablé del colecho y si era adecuado para todos o no. En aquel momento la experiencia no fue buena, pero he de decir que con el tiempo, lo que hacíamos era ser más flexibles. Hay veces que noto que L quiere que duerma con ella, hay veces que no. Simplemente hay que ser flexibles y adecuarse a lo que el niño quiera.
Entonces, volviendo a la pregunta de la entrada, ¿cómo hay que dormir con los niños? Como buenamente podamos, evitando que sufran, y logrando que todos tengamos un descanso. Si eso quiere decir que para ello hay que dormir juntos, ¡pues a dormir! Si quiere decir que el niño prefiere dormir en su cama y que estemos al principio con ellos, pues habrá que hacer eso.
Pero lo que creo que hay que evitar, sobretodo lo digo desde mi experiencia, son lágrimas y disgustos a la hora de dormir.
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