05 noviembre 2014

Sobre cuántos hijos tener parte 2

Como decía en mi entrada anterior, estoy pensando en este tema y viendo información y experiencias de otras personas. He llegado a algunas conclusiones que seguramente cambiarán con el paso del tiempo y la experiencia que tenga en la vida.

Cada persona tiene los hijos que quiera tener.

Hay gente que dice que la tierra está superpoblada, que no se deberían tener muchos hijos, que no hay recursos para todos. Pero la pirámide poblacional de España es de campana invertida (menos nacimientos y más longevidad). Teniendo en cuenta estas dos opiniones contrastadas, y teniendo en cuenta la tasa de natalidad de, digamos, mi edificio, estoy más a favor del peligro de la segunda idea.

Teniendo en cuenta que algunos no tienen ningún niño y otros muchos, el dilema queda en equilibrio. Aún así, la tasa de fertilidad en España es 1,3 (fuente). Bastante baja para el relevo generacional.

Pero lo dicho, cada uno quiere tener los hijos que quiera, y eso no es motivo de crítica ni menosprecio (que lo he visto por ahí).

Tenemos suficientes herramientas para decidir cuántos hijos tener

Quizá esto se pueda considerar una crítica a los que dejan "la puerta abierta" a los hijos. Me parece una decisión muy valiente y la respeto. El saber que existe esta manera de ver las cosas me ha hecho plantearme lo que yo pienso.

Yo soy una persona creyente. Creo en Dios. Creo que Él nos ha dado la inteligencia y el sentido común para poder tomar decisiones tan importantes como cuántos hijos tener en nuestra familia. Creo que se deben tener en cuenta muchos aspectos, aunque desde mi punto de vista los más importantes son la salud de la madre y de los hijos. También existe la importancia de una economía familiar saludable.

La cuestión es que si evaluamos (si es que queremos evaluar) lo que nosotros consideramos más importante, si tenemos en cuenta lo que pretendemos dar a nuestros hijos y enseñarles, y sobretodo si tenemos en mente el tipo de estilo de vida que queremos que nuestros hijos tengan, sabremos si tener o no más hijos, y cuándo.

Aunque planeemos o no tener más hijos, la última palabra no la tenemos nosotros.

Cuando decidimos quedarnos embarazados por primera vez, L tardó año y medio en llegar. Casi cuando estábamos en el umbral de ir a pedir cita al médico para que nos revisaran, me quedé embarazada. ¡Qué alegría nos dio!


Nacimiento de L

Esta experiencia me ayudó a comprender que la creación de una vida no estaba en mis manos al fin y al cabo. Desde mi perspectiva, está en las manos de Dios, desde la perspectiva de otros, es el destino, la providencia, el universo... Según lo que creamos, nos daremos cuenta que, al final, nosotros no podemos decidir del todo cuándo tener hijos.

Hay otras personas que, aun tomando medidas para no quedarse embarazadas, sí ocurre. Otro ejemplo de que la última palabra está "de otro lado".

La experiencia de L me ayudó a ser más humilde y aceptar lo que me venía. Siempre es bueno tener una actitud positiva con las circunstancias que nos toquen vivir. Yo tuve suerte porque al final L vino. Y a los tres años y tres meses, E vino detrás. A otras personas no les pasa lo mismo: o esperan y esperan y no vienen, o vienen de sorpresa.

Foto de familia tras en nacimiento de E

Lo más importante, y con esto concluyo, es el respeto por las decisiones de otros.


Teniendo en cuenta la diversidad de cada persona, junto con la diversidad de las familias que hay, y la diversidad de circunstancias, cada uno pude ser artífice de sus propias ideas y teorías para así tomar decisiones que se ajusten a ellos mismos y a sus circunstancias.



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