10 abril 2014

Mi segundo parto


Me he dado cuenta de que no compartí nada de mi primer parto, y es que fue muy inesperado (ejem... provocado) y tampoco es que fuera un parto ideal para mí. De todas formas, son cosas que considero algo privadas y especiales.

No obstante, he de decir que sí tengo deseos de compartir mi segundo parto, ya que fue sin epidural. El motivo es básico: durante el parto, el recordar haber leído partos de otras mamás me dio ánimo y fuerzas para el mío. Así que quiero poner mi granito de arena para aquellas mamás que quieran leer cómo fue mi experiencia en este parto.

Tampoco me extenderé mucho...

Resulta que por la noche (dos y media de la mañana), me levanto para ir al baño, y siento cómo cae líquido aminótico. ¡Qué susto me pegué! yo creía que estaba perdiendo líquido, así que empecé a preocuarme un montón pensando que tendrían que provocármelo, como el primero. Avisé a mi marido y él se fue a buscar a mi suegra para que se quedara con L.

Al llegar a urgencias, yo seguía preocupada, diciéndole a mi marido "si me hacen una cesárea, tú haz el contacto piel con piel, ¿eh?" Vamos, poniéndome en lo peor.

Cuando me vio la ginecóloga, su expresión fue lo mejor que oí en mucho tiempo en un hospital "¡Esto tiene buena pinta!" resulta que estaba de 4 ó 5 centímetros. ¿¿¿Qué??? No me lo podía creer. La verdad es que no había sentido ninguna contracción, pero a partir de ese momento empecé a sentir como una presión, pero sin dolor.

Me subieron directamente a la zona de dilatación, donde la presión que sentía (las contracciones) era cada vez más intensa, pero todavía sin dolor fuerte. Durante el camino no hacía más que pensar si me pondría la epidural o no. Con L, al ser un parto provocado, las contracciones me dolían tanto y durante tanto tiempo (contracciones intentas y casi todo el día) que cuando me preguntaron si quería la epidural dije que sí. Fue una decisión que considero buena, puesto que pude descansar para tener fuerzas para empujar en el expulsivo.

Pero con este niño, no sabía qué hacer. La matrona me preguntó si quería epidural, y le dije que no sabía, puesto que al no sentir tanto las contracciones, pensé que podría hacerlo sin epidural. Ella me dijo que no pasaba nada, que teníamos tiempo porque me tenía que poner dos sueros antes de la epidural.

Pero... ¡Ay Irene! ¡Qué poco sabías! Las contracciones empezaron a cambiar de la presión al dolor. Sí, dolor de verdad. Tanto que hasta me quejaba. Cuando llegó la ginecóloga, en una de las veces que me quejé, pedí perdón, y ella, más buena que el pan, me preguntó que por qué pedía perdón. Yo le dije que porque me daba mucha vergüenza quejarme, y ella me dijo que no me preocupara, que es normal que me quejara.

La ginecóloga preguntó que si quería epidural, y la matrona le dijo que aún no lo sabía. Entonces, tras mirarme, se dirigió a la matrona y dijo "No llames arriba, que está de 8 y ya no da tiempo".

¡Bueno! Ya no tenía que tomar la decisión. ¡Sin epidural se ha dicho!

Estando todavía en la cama y en la habitación de dilatación, me dijeron que empujara si tenía ganas, y la verdad es que sí las tenía. Os diré que es interesante esa sensación. Tienes ganas de empujar, pero a la vez te duele si lo haces, y si no lo haces también duele, así que es mejor ser valiente y empujar.

Entonces fueron a buscar corriendo a mi marido, a quien le recibieron mis gritos de dolor. Sí, sí, me daba vergüenza, pero es que dolían esas contracciones. Al llegar me encontró de pie, porque dijeron que iríamos al paritorio andando, para que terminara de colocarse. Yo creo que si en esos momentos me enseñaran un vídeo, tendría una cara de susto inmensa. Estaba asustada porque no sabía si podría hacerlo sin epidural, pero ahí fue cuando recordé a otras mamás contando sus partos sin epidural, y pensé que sí iba a poder, que el cuerpo está preparado para eso y sería capaz. Sabía que me costaría, pero tenía que hacerlo.

Me colocaron en el potro. Pensé en decir que si podía estar sentada en la silla que tienen especial, o en otra postura, pero como os digo, estaba tan asustada que no me atreví a decir nada. Además, al ser todo tan rápido no me dio tiempo de pensar mucho. Allí la matrona me expicó que empujara sin gritar, y la ginecóloga me dijo unas palabras que me encantaron, que lo íbamos a hacer juntas, que no me quería dar puntos, y que hiciera lo que me decía (o empujar o respirar). Me dieron tranquilidad y seguridad de que estaba en buenas manos.

Así que llegó el momento de empujar. ¡Puf! Fue difícil, y lo voy a decir otra vez, dolía. Especialmente cuando el peque se quedó con la cabeza en la mitad. Ahí las palabras de la matrona fueron las que me calmaron. En uno de los momentos, al empujar, pensé que a la ginecóloga se le había olvidado decirme que respirara, porque me estaba cansando de empujar. Pero entonces fueron las palabras de mi marido las que me dieron la fuerza que necesitaba "¡Ya no queda nada! ¡Ánimo!". No sé de dónde saqué la fuerza, pero fue en ese momento cuando, al seguir empujando, salió la cabeza y de ahí, me dijeron que siguiera empujando, así que cogí más aire rápidamente y seguí empujando, sintiendo cómo salía. Al salir, me lo pusieron en el pecho para hacer la piel con piel, pero luego se lo llevaron para pesarle, medirle, etc, etc.

Al dármelo de nuevo, el niño estaba buscando el pecho, así que me lo puse ahí mismo, y minutos más tarde, en la sala de postparto, se agarró. Fue una sensación maravillosa (con la niña fue más complicado el agarre).

Me dieron dos puntos (por culpa de la episonomía del primer parto). La verdad es que tras el parto me sentí vigorizada, feliz, con energía... Fue increíble lo bien que estaba comparado con el primer parto.

Cuando me preguntan que cómo fue, mi primera respuesta es "¡Muy bien!" y luego recuerdo que fue sin epidural, que dolió, pero al final, la recompensa fue una mejor recuperación y una sensación de fortaleza y capacidad increíbles. Digo esto porque fue algo que creía que no iba a poder hacer, y al final pude. Y aunque tenía mucho miedo al principio, el haber sido capaz de hacerlo y superar mi miedo me dio fortaleza y confianza.

Es verdad que cada parto es un diferente. Yo estoy agradecia por la experiencia que tuve con L y por la experiencia que he tenido al dar a luz a E. También estoy contenta por tener a estas dos preciosidades en mi vida.



Si habéis llegado al final de la entrada ¡Felicidades! ¡Al final me ha quedado larga! ¿Qué experiencia habéis tenido vosotras en vuestros partos?


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